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domingo, 8 de enero de 2017

Amílcar en Iberia



                Tras su derrota frente a Roma, en la primera guerra púnica, Cartago pierde protagonismo político, militar y comercial en el Mediterráneo para cederlo a su enemiga y rival. Esto le hace centrar sus objetivos estratégicos en el extremo occidental de este mar. Iberia es un territorio rico, donde los cartagineses tienen diferentes colonias costeras y una incipiente gran ciudad, Gádir, que controla el paso del estrecho hacia el océano y sus rutas hacia las costas del norte de Europa y  oeste de África. Su prioridad será afianzar el dominio en la península ibérica y evitar la expansión romana.
                 La península ibérica es un territorio multicultural, poblado de  antiguo por pueblos de diferente origen étnico, sin una organización política estatal, en la mayoría de ellos, sino con un régimen de cohesión fundamentado en la  afinidad étnica y cultural, y organizado en comunidades  independientes, ligadas por intereses comunes de comercio y seguridad. En el  levante se asientan los íberos, que dan nombre al resto de la península, con una cultura avanzada,  por el contacto comercial y la influencia de otras culturas, sobre todo la griega.  En Turdetania occidental, Gádir, bajo control cartaginés, era la principal ciudad. En el interior, Cástulo constituía la capital de Oretania, que bajo el reinado de Orisón, era la más importante organización estatal de la península ibérica, constituyendo, con los territorios periféricos bajo su influencia, un pequeño reino. 

 

                         Cartago, envía a su general Amílcar, a la península ibérica (236 a.C) con el propósito de convertir su influencia comercial en un auténtico control y dominio del territorio. Tomando como base de desembarco y expansión Gádir, en pocos años habrá sometido la región de Turdetania (Andalucía occidental).  Una vez afianzado este territorio como base de avituallamiento, Amílcar continua con su plan expansionista dirigiendo su interés estratégico hacia el levante de la península ibérica. Su conquista le permitirá crear nuevas bases en el Mediterráneo, más próximas a Cartago, de las que  continuar hacia el norte, hasta el río Iberus (Ebro), límite fijado por Roma para su influencia en la península.  Su expansión por el interior hacia el este le obligaría a enfrentarse a Cástulo, que aún no le interesa, por lo que decide trasladar parte de su ejército por mar y fundar una nueva ciudad en la costa (Akra Leuké), que le sirva de base para sus propósitos expansionistas, mucho más cercana a Cartago que Gádir, para el necesario avituallamiento, y, a la vez, con ello dejaría a Cástulo, potencial enemigo, entre dos frentes, su propio ejército en Akra Leuké, y el de su yerno Asdrúbal, que quedó en Gádir.

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